Era una tarde desapacible, ella había decido tomarse unos días en la casa de la costa.
Sentada junto a la ventana mirando las aguas turbulentas y agitadas azotar la playa, bebió a sorbos el licor que el le regalara.
Lo que ella no advirtió bajo el fuerte y dulce sabor, era que lo habían preparado con hojas recogidas en lo profundo de la noche y filtrado con cedazos de telarañas, la bebida hacia hervir la sangre y estallar los cráneos.
Liliana Savoia
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